1/12/20

PODER (17/03/20)

 No me digas nunca que algo es imposible
porque hasta volar es ya irrenunciable
y la voluntad es inabarcable
pues sólo con la muerte es incompatible.
Y eso sí, parca es ineludible
de poder eterno e inenarrable
no como esos tontos impresentables
cuyo poder es minúsculo e inadmisible.
Pero la voluntad es fuerte e invencible.
Indomable.  Enorme.                              
                                Inconmensurable.

BELLEZA (17/03/20)

 Me baso casi siempre en hechos reales
para escribir, sin parar, toda esta mierda
sabiendo, como sé, que pongo puertas
a futuros razonables e ideales.
-
Me bajo como siempre en los portales
por exprimir, sin mirar, la mano izquierda
sabiendo, como es, a ciencia cierta
que el mundo es de innombrables capitales.
-
Me rajo al describir los lodazales
por redimir, mal quizás, aunque la pierda,
sabiendo, como ves, que está en la puerta
el alma que prefiere a los rosales.

¿DÓNDE ESTÁN LOS BURROS? (16/03/20)

 

No veo la hora de que los rebuznos cesen.
¡Que se callen!¡Que se vayan!¡Que me dejen!
Porque de tanto rebuzno el aire se ha oscurecido
y pesa y al respirarlo he quedado rendido.
-
Rebuznos y griterío de bocas que adolecen
siempre de soberbia que los hace soltar insensateces,
siempre de ignorancia que intentan ocultar a gritos
y con ellos la demuestran.  Eso y miedo infinito.
-
No veo el momento en que los burros regresen
¡Que vuelvan ellos!¡Que ellos sí que lo entienden!
Que sus rebuznos si sirven al mundo que necesito
y que echo tanto en falta.  A los hechos me remito.

*  En pleno confinamiento por COVID-19 este país se llenó de "Ministros":  De sanidad, de interior, de transportes, de justicia...  Va por ustedes, "ministros".

MENTE EN NEGRO (16/03/20)

Descanso como y cuando puedo
aunque, es cierto, el cuerpo no me duele.
Pero el cerebro ¡Ay, amigo!
Ese cabrón me empuja hasta que cedo.
Hasta que hasta el descanso me repele
y ya sólo celebro cosas conmigo.
-
Reposo no tanto como quiero
aunque, sin embargo, el cuerpo se resiente.
Pero la cabeza ¡Ay, amigo!
Esa se va llenando hasta que me hiero.
Hasta que ya ni el reposo siente
y ya sólo me alegro estando contigo.

1/11/20

PAREJA DE BAILE (13/03/20)

Intento no bailar mucho con el desasosiego,
y le tiro los tejos a la calma
pero es mala y se aparta y me desarma
y me quedo en el centro de la pista
mal acompañado y ciego
en estado de revista
preparado para la acción sin sentido,
sin reflexión.  Con cierta alarma.
Dando barrigazos  ¡Cuerpo a tierra!
Si total yo sólo debería ver el cielo.
Mirar a lo alto y colgarme de su pelo.
Relajar poquito a poco cuerpo y mente,
vista, oído, tacto y alma.  Mi alma perra.
Hacer una vez más el amor y no la guerra
y ser de nuevo un hippy.  Un Neil cualquiera.
Dejar que todo fluya de repente.
Sólo así, quizá, me haría caso
y aceptaría, pizpireta, mis piropos.
Así, sólo quizás, podría dejar al desasosiego
y bailar un tango con la calma,
sintiendo su aliento cerca.  Y caliente.


FUERA DEL CAMINO (12/03/20)

 Me aparto del camino siempre que puedo
que, dicho sea de paso, no es a menudo,
porque veo el hambre fuera y... me entra miedo
y en la garganta se hace, sin yo quererlo, un nudo.
-
Pero intento, en lo posible, mover los dedos,
o los pies, o la cabeza.  Soy testarudo.
No me quedo mirando como Cerbero
y me elevo a lo alto, y jamás quedo mudo.
-
Soy tranquilo.  Y cobarde.  Y algo quieto.
A veces un cabronazo y otras cojonudo.
Me canso de respirar pero, en el cielo,
sigo soñando fuerte.  No me torturo.


PESTAÑAS (11/03/20)

 Refugios de pestañas oscuras
donde descansan mis pies
y se reflejan mis labios
mientras te miro y me ves.
-
Y regreso a la cordura
más cuerdo, mas no más sabio.
Más entero en la ternura.
Y más fuerte y del revés.
-
En tus ojos me desarmo
y caigo y quedo colgado
de tus oscuras pestañas
-
y vuelvo a ser inmortal
un ratito.  Nada más.
Por siempre.  Aquí.  Acurrucado.

VERGÜENZA EN EUROPA (06/03/20)

 
















Hoy la cuna del saber
parece que está vacía
o es que quizás el poder
lo tenga quien no debiera.
Pues vergüenza, y rabia, y pena
es lo que yo siento al ver
cómo esa cuna está fría
y sólo les queda perder.
Porque han perdido el derecho
a pedirle nada al mundo
desde aquel mismo segundo
en que ni refugio han dado
a hombres, mujeres ¡A niños!
que huyen de guerras y miedo.
De bombas.  De haber sufrido.
¡Y encima van atacando
las barcas!¡Y sacan pecho!
Hoy la Grecia del saber,
la antigua Grecia, la grande,
está, en fin, acabada,
que la mataron aquellos
que dicen que me gobiernan.
Hoy Europa es aún más mierda.
Vergüenza.  Rabia.  Y arcadas.
Yo las siento.  No así ellos.
Y pena.  Mucha y gran pena.
Yo os maldigo aún siendo nadie.


* Patrulleros griegos golpeando a barcas inflables con refugiados en busca de asilo, neonazis griegos de "cacería" por las calles de Lesbos en busca de voluntarios de ONG's y de refugiados para "echarlos", los fascistas de VOX diciendo que es bonito ver a la gente defender su tierra, y la UE bendiciéndolo todo.  Marzo 2020.  ¡Qué pena todo!


4/10/20

EN DIRECTO (25/02/20)

 


Ni oigo ni me hace falta.
Ni necesito escuchar más el ruido.
Necesito tan sólo el saberme vivo
y el notar que cuerpo y alma saltan.
-
Ni veo ni me hace falta.
Ni necesito mirar infinitos.
Necesito tan sólo el estar contigo
y el notar que boca y garganta aguantan.
-
Ni toco ni me hace falta.
Ni necesito palpar sin sentido.
Necesito tan sólo el vivir tranquilo
y el saltar, y el cantar y con eso basta.

HAIKU DEL VIENTO (13/12/19)

 Día de viento
y el cabrón no me saca
de esta rutina.


COMBATE (10/01/20)

 








En el transcurso de una mañana
salgo corriendo desde una esquina
hacia la otra
sin saber más razón que sentirme obligado
por un mundo antiguo, gris, cansado
y, corriendo,
dejo pasar, lentas, las horas
para acabar derrengado,
hambriento el cuerpo y hambrienta el alma,
y el corazón abierto,
y el cerebro como un arma,
cargada de voluntad de manera involuntaria
descargando el desconcierto al regresar a mi esquina.
Acabó el combate.
Hasta mañana.

VIENTO DE COLA (29/11/19)

Aprovechando el viento de cola
camino siempre a ras de suelo
y aunque no puedo, levanto el vuelo
por no ahogarme con cada ola.
-
Y voy retando a mi alma, sola,
a seguir así, rompiendo el velo,
y aunque no suelo, siento recelo
de lo que es la vida y sus putas trolas.
-
Voy renegando de la amapola
encarnada y salvaje como el cielo,
de amaneceres fríos como de hielo
e infiernos dibujados sin cabriolas.
-
Y caigo rendido en una chabola
y mato a la métrica mientras encarcelo
la tinta que huye como un riachuelo.
A ver si, con suerte, se descontrola,
y se desboca,
y me desboco,
y me desprendo del duelo
sordo, mudo, ciego,
loco.

6/9/20

CLASICAZOS (31/10/19)

 Ni "escaleras hacia el cielo" ni "autopistas al infierno".
Ni "nací para correr" ni "para ser un salvaje".
Lo único que quiero es abrazarte en invierno
y espero que con mis versos se entienda bien el mensaje.
-
No hay "fin de la cuenta atrás" porque el tiempo es siempre eterno.
No "vivo en una oración":  No me creo ese montaje.
Lo único que quiero son tus labios de "veneno"
y espero que estos, mis versos, no los sientas como ultraje.
-
"Otro morderá el polvo", porque yo no voy a hacerlo
y "el show debe continuar" con heridas y vendajes.
Lo único que yo quiero es quererte con el "trueno"
y espero que en estos versos quede claro y sin ambages.
Ilustración de Conjunto De Instrumentos De Música Rock Banda y más Vectores  Libres de Derechos de Altavoz - iStock

LA MIRADA DEL DESTINO (24/10/19)

¡Qué cansado estoy de aguantarle la mirada al destino!
¡Qué harto!¡Qué hartito estoy!
Y siempre perdiendo.  Y siempre agradecido.
Y siempre perdido.  No sé ni quién soy.
Ni si vengo o si voy.
Ni si hoy será bueno o sólo un hoy más.
O quizás, como ayer, un remedo de nada.
Una nada absoluta sin nada detrás
o la que produce hastío hasta la misma arcada
y que moja la hierba, la mierda y demás,
la que tengo y que doy.
Y al final, más que harto, me harto y desdoy
los corchetes que atan mis pies al bramido
que grita lo harto que estoy.
Y al gritar pestañeo y me limpio y respiro.
Respiro.  Hasta que me harto respiro.  Mi destino.


CUARENTA Y PICO (30/09/19)

Cuarenta y pico.
Y un pico largo, bien largo.
Las ideas despejadas
y la barba ya canosa
... y los Mägo a todo trapo.
-
Cuarenta y pico.
Valgo poco, pero valgo.
La espalda algo cansada
y la mano temblorosa
... y el Yosi cantando a saco.
-
Cuarenta y pico.
Siempre buscando respaldo.
Las rodillas desquiciadas
y la nuca desastrosa
... y a tope los Malos Tragos.
-
Cuarenta y pico.
Aunque duela todo, salto.
Si no sé cantar, dos tazas
y la voz se queda ronca
... y que sigan los trallazos.
MARSHALL MG GOLD COMBO 30 W - Woodbrass.com

BANDERAS (20/09/19)

Amazon.com: FLAGLINK - Bandera pirata Jack Rackham con espada ancha: Jardín  y Exteriores
Todas las banderas son feas
excepto la pirata y la de Mägo de Oz.
Separan por sus colores de la forma más rastrera
haciendo que alguien se crea mejor.
-
Todas las banderas me asquean
excepto la de Los Suaves y la multicolor.
Degeneran en discusiones, y broncas, y hasta peleas
y sacan, del humano, lo peor.
-
Todas las banderas falsean
excepto la blanca.  Y la de cuadros del motor.
Dirigen a la gente hacia las guerras
y enganchan al alma el rencor.
-
¡Que ardan todas las banderas!
¡Todas!¡Todas sin excepción!
Las bonitas no hacen falta ni siquiera
y las otras...  no importan.




5/7/20

ES EXTRAÑO (04/09/19)

desvanecer | Tumblr
En el trayecto que va de mi cabeza a mis manos
se desvanecen, a veces, los versos que creo que pienso
y se anulan, por intensos, por superfluos o por vanos
cuando aparecen, a veces, en tinta de color negro.
-
En el aspecto que da la incerteza de lo insano
se me apetecen, a veces, los versos olor a incienso
y me anulan, por extensos, por "jipiosos" y por malos
cuando me mecen, a veces, momentos de "corto y pego".
-
Como un insecto que va, en primavera, temprano,
cuando amanece, parece, inmerso en un mundo inmenso
y autorregula su censo volando contra un humano.
-
Así me encuentro, en el centro, cogidito de la mano
mientras crece, o decrece, la idea de un nuevo verso.
Me estimula ese descenso.  O me aburre.  Es extraño.

EMPIRISMO (02/09/19)

Demuestro,
o lo intento,
en cada paso que doy,
en cada nuevo "hoy",
que es posible vivir sin respirar,
sin tragar la mierda,
sin morderse la lengua demasiado,
sin envenenarse en cada paso dado,
aunque siempre pierda
y sepa lo imposible de ganar,
porque soy lo que soy
y estoy como estoy
y me invento
todo esto.
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EL POLÍTICO (30/08/19)

   En el discurso se le veía serio, sincero, cercano y humilde.  Había ido detallando cada uno de sus planes de gobierno y quizás era lo mejor que le había pasado al país en su larga historia.  Parecía aplicar sentido común en todo lo que decía.  Incluso parecía que aplicaba sentido de comunidad, es decir, que había escuchado al pueblo y que iba a hacer lo que ellos pedían.  Y allí estaba yo, escuchando y acercándome más a él.  Sería, por fin, algo bueno, algo que nos uniría a todos y nos devolvería el orgullo.  ¡Y encima el tío se parece al actor ese tan famoso!  ¿Qué puede salir mal?  Pinta bien el Adolf éste.

LAS ARDILLAS (30/08/19)

Sciurus vulgaris - Wikipedia, la enciclopedia libre
El silencio cómplice de la ardilla
que permite a los lobos seguir adelante
exhala una humareda apestosa, alienante
y desnuda al resto cuando se arrodilla.
-
El inmenso vacío que siempre orilla,
el que empuja a aquel que todavía aguante,
resbala, y ahoga y resulta agobiante.
Y mientras la ardilla se queda lo que pilla.
-
Se viste la ardilla de muchos colores:
Azules, naranjas y hasta rojo a veces.
Y habla mil lenguas y tiene mil caras.
-
En una de miles se les llama esquiroles
sin nada que ver con las "robanueces".
Y siempre habrá alguno cuando el digno para.

* Dedicado a la gente de Nissan, que lo están pasando mal.  La lucha sigue.

1/6/20

REMANDO (30/08/19)

Sigue remando
Sigo remando y remando.
Desbocado.
Sin cadena.
Con el orgullo de clase por los cielos y los suelos
y las fuerzas que me quedan
gastándose velozmente.
Pero sigo ahí, bogando,
como el inútil que soy, así, sin tener ni idea,
quizás hasta dando vueltas.
¡Seguro que dando vueltas!
Quizás hasta hundir la barca.
Alocado.  Es mi condena.
Remo como un galeote cualquiera
que, obviando los tambores,
decide que esta galera "no corta el mar, sino vuela",
prescindiendo de otros dones,
de mis quejas,
de sus quejas,
del arqueado de cejas al sorprenderme en el vuelo
a ras de suelo, sin gente,
buscando un Norte diferente:
Ahí sigo.
Remando.
Sigo remando contigo.

¡ASÍ NO! (28/08/19)

Es la ausencia de criterio, que acojona.
Ver como es lo mismo uno y su contrario.
Donde da igual todo si logro un "me gusta"
Y en vez de diferentes vemos adversarios.
-
Es la falta de criterio, que arrincona
Ideas del otrora respeto libertario
Y dejan su camino a las que asustan,
Que parecían, ya, algo secundario.
-
¡Pero no!¡Qué va!¡Estamos jodidos!
¡Más informados que nunca pero idiotas!
Nos pensamos que sabemos.  ¡Pero no!
-
Mientras tanto vuelven los asesinos
De la tumba a tocarnos las pelotas
Y nos pillan despistados.  ¡Y así no!
my franco gifs | Tumblr

ASUSTANDO GATOS (23/08/19)

Gato se asusta - GIF - Para Los Curiosos
Me divierto asustando a los gatos
dando golpes, desde el coche, en el cristal,
cuando la noche aún extiende su chal
sobre mis hombros sin relato.
-
Y es que la espera resulta fatal
y me sumerge en la abulia sin fueros
desde la hora en que atisbo el cielo
hasta el momento de trabajar.
-
Mientras los gatos, con su recelo,
me miran con ojos iguales que platos
y así, a lo tonto, voy pasando el rato
hasta volver al pequeño infierno.

OLVIDÉ ESCRIBIR (22/08/19)

Mudo.  Sin nada que decir.
Con el alma sin café y el nervio muerto.
Me desvanezco y parezco despierto,
y sin embargo me olvido de escribir.
-
Ahora que la rabia se puede exhibir
de tantas locuras de barcos y puertos,
de ver a los jefes llevarnos al huerto,
ahora voy yo y olvido escribir.
-
Ahora que el "fascio" vuelve a surgir
dejando el mar, y también el desierto
lleno de hambre; de miedo cubierto,
ahora resulta que olvido escribir.
-
Ahora que Europa se quiere escabullir
de las consecuencias de crear sufrimiento,
de los refugiados que vienen huyendo,
ahora este idiota olvida escribir.
-
Ahora que todo se debe decir:
Que no hay nada escrito que no sea más cierto
que "ni un muerto más en este "Mar Nuestro""...
...Mudo.  Me olvido de escribir.
 
 
* Inspirado en la crisis de los refugiados y la desvergüenza de los políticos europeos en el caso de Open Arms.  Y... Salvini... ¡Maldito seas!

1/5/20

CORONAVIRUS (11/04/20)

              Antonio tenía 84 años y una tos muy fea.  Se había dedicado toda su vida adulta a trabajar en oficios malos para los pulmones y, a causa de ello, respiraba regular desde los años sesenta.  Ahí, en los sesenta, a principios, fue cuando conoció a Pepi, una morena menuda de la que se enamoró perdidamente y a la que conquistó con zalamerías, porque lo cierto es que a ella el tal Antonio le parecía mayor y basto.  Al final, sin saber cómo había podido conquistarla, se casó con ella.  Tuvieron tres hijos.  El mayor, Antonio como su padre y su abuelo, fue un chico bueno y listo hasta que llegó la epidemia de los ochenta, el caballo, y se lo llevó, como a buena parte de su generación.  Esto habría hundido a la pareja de no ser porque tenían a Eva y a Pedro, con 8 y 4 años en el momento de la muerte de Antoñito y tuvieron que salir adelante sin posibilidad de depresiones ni nada parecido.  Pero lo cierto es que no lo superaron nunca, como es normal, del todo.  Estaban, eso sí, orgullosos de los otros dos.  Eva había llegado a ser un importante cargo en una agencia publicitaria con sede en Nueva York y ahora residía allí.  Vivía sola y se sentía feliz y poderosa en su apartamento de Manhattan.  Su hermano, Pedro, era un enamorado del mar.  Tanto que acabó de marino mercante y estaba a bordo de un petrolero ocho meses al año.  Él si tenía familia… en Singapur.  Dos niños preciosos a los que los abuelos sólo conocían por foto y por teléfono porque “a mi no me líes con el teléfono que yo sólo lo quiero para llamar”.  Hacía tres años que Antonio estaba solo.  Pepi había sufrido un ictus y, por desgracia, se había ido.  Él quedó triste, abatido, derrumbado.  Sus hijos decidieron que lo mejor era que fuera a una residencia donde, al menos, estaría cuidado y limpio y se relacionaría con otra gente.  Así quizás se animaría.  Pero lo cierto es que Antonio seguía triste.  Y con una tos muy fea.
María estaba cansada.  Siempre.  A sus 56 años estaba harta de cómo había ido su vida.  Sólo esperaba que pasara el tiempo rápido para llegar a la jubilación.  Seguro que le quedaba una porquería de pensión, pero “al menos no tendré los dolores que tengo”.  Cuando llegaba a casa y estaba allí, sola, preparándose la cena, era el único momento en el que permitía a su cabeza tenerse compasión.  Intentaba ser fuerte tal y como le había prometido a Montse, su pareja, cuando un cáncer de pecho se la llevó por delante allá por el 2004 sin llegar, ¡por tan poco! a poder casarse.  La otra promesa, la de rehacer su vida junta a alguien, nunca pudo cumplirla.  El recuerdo de Montse no le permitía liberarse ante el resto del mundo.  Y ahora ya era tarde.  Ahora sólo quería jubilarse.  Su trabajo la destrozaba físicamente.  Era cuidadora en una residencia de ancianos y cuando cogía el metro de vuelta a casa le dolían todos los músculos del cuerpo.  La mente solía estar bien.  Se sentía bien por cuidar a aquellas personas, muchas tan solas como ella.  Y aquellos ancianos y ancianas le devolvían la energía con cariño.  Y con creces.  Pero aún así, llegar a casa y encontrarla vacía, sin Montse…  La tristeza se había adherido a su cerebro y, hasta las sonrisas que en ocasiones se escapaban de sus labios eran, en cierto modo, falsas.  ¡Y encima ese dolor de huesos!¡Y de cabeza!
              Jorge era mecánico.  A sus 33 años parecía haber conseguido estabilizar su vida hacía apenas un par, cuando había entrado a trabajar en una empresa que se encargaba de arreglar las ambulancias que se averiaban.  Después de haber sido un “Vivalavirgen” toda la vida, cuando a los 30 se apuntó a un curso de mecánica del INEM nunca pensó en tener esta suerte.  Cuando encontró el trabajo se fue a celebrarlo con su novia y su madre, y pensó que no se podía ser más feliz.  Apenas dos semanas después su madre empezó a tener momentos en los que se desorientaba.  Al final tuvo que ir al médico con ella porque se perdió de vuelta a casa desde el mercado.  Las noticias no fueron buenas.  Alzheimer.  Y, por lo visto, iba muy rápido.  Seis meses después de aquel cumpleaños Asunción estaba en una residencia y Jorge estaba solo.  Su novia, a la que había conocido en Tinder, se fue en cuanto se olió la tostada y lo dejó en aquel bar frente al taller, con un café en la mesa y una lágrima en el ojo derecho.  Ahora, año y medio más tarde, Jorge se reía de aquello.  En el mismo bar, tomando el café en la puerta para, a la vez, fumarse un cigarro, hacía tiempo para volver al taller.  Aquella tarde, como todas las tardes tras el trabajo, pasaría por la residencia a ver a su madre.  Estaría con ella, y jugaría al parchís.  O a la oca.  Y si no le reconocía se presentaría como aquél al que su madre quisiera ver aquel día.  El día antes tuvo que hacer de rey Juan Carlos porque su madre dijo que era él “con lo republicano que soy”.  Tosió y tiró el cigarrillo al suelo. “Tengo que dejarlo” se dijo, pero encendió otro.  Fue al quiosco y compró el Sport.  Lo llevaría luego a la residencia.  “Aquel señor, …  ¿cómo se llamaba? ... ¿Antonio? ... lo leerá por la tarde”.  Entró al taller y respiró hondo.  La tos fue ahora un ataque violento y largo.  “Tengo que dejar de fumar, cagüendios”.

              Andrea llevaba quince años en le Hospital General.  A los 29 había acabado el MIR y a los 30 había conseguido la plaza de neumología.  Tras años en urgencias, guardia y visitas ahora era la jefa del departamento.  En un departamento en el que, si no fuera por tanto fumador, no se estaría mal porque no era una zona excesivamente compleja en lo ambiental ni en lo industrial.  Ni mucha contaminación, ni minería, ni radiación natural.  Lástima del vicio.  Estaba orgullosa de dónde había llegado.  No era la mejor.  Ni la más joven en llegar a jefa.  Ni la mejor de su promoción.  Ni siquiera investigaba.  Únicamente era una neumóloga pero, eso sí, sacaba adelante a sus dos hijas ella sola tras un divorcio feo que le libró de aquel desalmado que ahora se pudría en la cárcel, aquel cabrón que le pegaba, a ella y a sus hijas, día si y día también.  Aquel hijo de puta que en la calle era el perfecto marido, abogado de prestigio, adinerado, con cierto poder, del que se había dejado deslumbrar en una manifestación contra la subida de tasas en la universidad.  Guapo, alto, idealista, … y sin embargo, en la intimidad, el peor marido posible.  Pero ella siguió enamorada hasta que una noche, en urgencias, vio aparecer a una chica de veintitantos años con la cara amoratada y se vio a ella misma recomendándole que denunciara a aquel sádico y, sobre todo, que le abandonara.  Esa mañana, al volver a casa, no encontró a su marido.  El muy cerdo se había ido por ahí y había dejado a las niñas solas en casa.  Le puso las cosas en el rellano y se encerró a cal y canto.  Cuando él llegó comenzó a golpear la puerta y a intentar tirarla.  Ella llamó a la policía y el resto es historia.  El maltratado estaba ya en la cárcel y no duraría mucho porque una cirrosis (a causa del whisky y la cocaína) se lo estaba cargando.  Y nadie le lloraría.  Andrea estaba contenta.  La vida iba bien.  Había unas noticias extrañas sobre algo que pasaba en Asia pero bueno, no parecía nada grave.  Además “no tengo ganas de pensar, que ando con un poco de fiebre, me voy a casa”, le dijo al jefe de cardiología mientras cogía el bolso.

- ¿Sí?
- ¿Jorge Pérez?
- Sí, soy yo.  ¿Quién es?
- Le llamamos de la residencia “Jardín”.  Verá, es que su madre, Asunción… Parce que tendremos que aislarla.  Es que…
- ¿Cómo? ¿Es que ya ha entrado?
- La verdad, no sabemos porque no podemos demostrarlo, pero … sinceramente, podría ser.
- ¡Mierda!  ¡Voy para allá!
- No.  No puede ser.  El protocolo no nos permite recibirle.
- ¡Joder!  ¿Qué hago, entonces?
- Esperar.  Espere y cuídese.  Y al mínimo síntoma vaya al médico.
- Pero ¿qué ha pasado?
- No sabemos.  Tiene fiebre y no baja.  Está avisado el médico y dice que ahora viene, pero ya sabe cómo está todo.  Le llamaremos con lo que sepamos.  Intente conservar la calma.
- De acuerdo.  Hasta luego – Colgó.  Y dijo para sí mismo – Eso es más fácil de decir que de conseguir – y encendió un pitillo.  Un nuevo ataque de tos, de esos que tenía desde hace una semana, le hizo apagarlo inmediatamente.
María no había ido a trabajar aquella mañana.  Había llamado para avisar y le habían dicho que haría bien el llamar al médico, que ya estaba aquello dentro y que “vete a saber si no lo has “pillao””.  “¡Mierda!” pensó.  “Verás como estoy jodida”.  Llevaba más de una hora intentando coger línea con el médico y no había manera.  Le dolía todo, como si le hubiera pasado un camión por encima, y tiritaba como si estuviera en bragas en la nieve.  Tenía mala pinta.  Seguía llamando pero … ¡A la mierda!  Colgó y la misma pena la inmovilizó en el colchón.  Se arropó y tembló y tembló hasta que se durmió.  La despertó el teléfono.  Era de la residencia.  Su compañero José le comunicó que ya había caído la primera.
- ¿Quién? – preguntó ella.
- Asunción.
- Pobrecilla – se compadeció - ¿Hay alguien más enfermo?
- Tenemos a seis más que parecen jodidos.  Los cinco “encamaos” y el Antonio.
- ¿El Antonio también?  “Cagüenlaleche” y yo aquí sin poder hacer nada.
- “Tate, tate”.  Tú curate que nos harás falta después seguro.  Ponte buena, anda.
- Vale.  Hasta luego.  Y gracias por llamar.
- Adiós, María.
Andrea miraba el historial.
-Tiene una tos muy fea – dijo.
- Normal, mira el historial.  Minería, metalurgia, química…  Los sectores perfectos para el pulmón.
- Ya, y encima esto.
Estaba contenta.  Como siempre.  Había pasado la enfermedad sin enterarse.  Se había contagiado en una reunión de trabajo con unos italianos pero su cuerpo había reaccionado bien y rápido y apenas una semana y media después de aquellas primeras fiebres ya estaba bien.  Y preocupada por sus pacientes.  Ahora le robaba el sueño Antonio.  Pareciera que no quería vivir.  Tenía una tos muy fea, sí, pero le faltaba algo más.  Se le notaba triste.  Intubado y sedado como estaba, ella no pudo preguntar nada, pero intuía que había algo más.
Jorge no tenía tiempo para llorar.  Tenía que trabajar y trabajar.  Las ambulancias estaban haciendo kilómetros como nunca antes y la que no tenía una avería tenía dos.  Seguía tosiendo mucho, pero no tenía más remedio que seguir.  Sobre todo para no seguir pensando en su pobre madre.  Morir sola, allí.  Por suerte no se enteró.  Dos días duró desde aquella llamada.  Ahora se había desbocado todo.  Sabía que Antonio estaba también jodido, pero ya no importaba nada más que currar y currar.
- Jorge, mírate la suspensión esa, haz el favor – le dijo el encargado.
Pero Jorge ya no estaba.  Se había desmayado.  Se despertó en una ambulancia, en la 38, aquella a la que él había cambiado los amortiguadores, rodeado de gente vestida con trajes como de astronauta, con gafas y mascarilla.
- ¡Joder!¡Pero si esto parece el final de E.T.! – dijo.  Y volvió a desmayarse.
Andrea tocaba la frente de Jorge.
- Tranquilo.  Te vamos a sacar el tubo.  La sensación es asquerosa, pero verás como pasa enseguida.
- Gra … gracias – respondió cuando se le aclaró un poco la garganta, con una voz tan débil que hasta él se sorprendió - ¿yo también?
- Sí – le dijo ella – Tú también.  Pero no me preguntes por qué, ya es como si lo hubieras pasado.
- ¿Cuánto llevo aquí?
- Una noche – contestó sin esconder la sorpresa.
- A ver si no era.
- Sí.  Sí lo era.  Las pruebas son concluyentes.
Antonio se estaba apagando y José decidió llamar a María para avisarle.  Habían caído cuatro de los cinco “encamaos”, pero él sabía que María tenía un aprecio especial por Antonio.  Se compadecía de él porque, en cierto modo, se veía reflejada.  Su pena y la de Antonio eran similares.  Los dos eran viudos y estaban solos.  Cuando Antonio entró en la residencia sus hijos le llamaban cada semana.  Desde hacía unos meses ya no le llamaban, así que él se fue encerrando en su pena sin ver salida.  Y así se veía ella.  La esperanza no aparecía en ninguna de las dos cabezas así que acabaron por sentir un cierto aprecio entre ambos.  Y el teléfono sonaba pero “la tía esta que no me lo coge”.  “A tomar por culo, ya llamaré luego”.
Jorge se había quedado en el hospital.  Andrea estaba, por primera vez en su vida, investigando algo.  La noche que Jorge pasó en la UCI estuvo al lado de Antonio, así que cuando despertó y pudo incorporarse lo primero que hizo fue ponerse al lado de él.
- ¡Coño Antonio! ¡No me jodas! ¡Que si no te traigo el Sport te traigo el Jueves, pero ponte bueno! – le dijo mientras le tocaba la frente.
Antonio había abierto sus marrones ojos tristes y le había mirado.  Luego había vuelto a quedarse dormido.  La siguiente vez que abrió los ojos Jorge seguía allí y él se sintió mejor.  Habían pasado cuatro días y Antonio estaba casi bien.  Sus ojos seguían siendo marrones, pero ahora brillaban y, cuando lo extubaron, lo primero que hizo fue sonreír a Jorge.  La curación completa fue, desde ese momento, más que rápida.
Andrea estaba en una rueda de prensa y no podía creerse lo que estaba a punto de decir.
- La gente se muere de pena.
El ruido de flashes era lo único que se oía en la sala.  Los periodistas quedaron mudos, con un gesto mezcla de incredulidad y de sorpresa.  El enviado de Al-Jazeera acertó a decir.
- ¿Cómo?
- Bueno.  En realidad no es de pena.  Es de falta de alegría.  Hemos visto que el cerebro envía órdenes a la amígdala para la producción de una hormona (el nombre lo encontrarán en la memoria del estudio).  Se ha observado que en los fallecidos esta hormona no había sido producida.  Sin embargo se ha comprobado que en pacientes en los que se ha conseguido dicha producción la enfermedad ha remitido en cuestión de horas y el virus desaparece por completo.
José, en su casa, viendo las noticias, le dijo a su mujer:
- Ahora entiendo lo de María.
- Pobrecica – contestó ella.
 
-FIN-

1/4/20

BOLSILLO (30/05/19)

Deslizó la mano en su bolsillo
y sacó dos luces en un puñado.
El puño cerrado enseñó su palma
y allí relumbraron en todo su brillo.
-
Brillaba en el cielo de los chiquillos
y no había nubes en ningún lado.
El aire era puro, como su alma
y otra vez respiró aroma a membrillo.
-
Era todo tan, pero tan sencillo.
Era todo tan, pero tan calmado.
Recogió del suelo la sombra de un arma
y la lanzó al fuego.  ¡Que arda, mi niño!
-
Deslizó la mano dentro del bolsillo
y sacó una Luna.  Y un Sol.  Y un sembrado.
El puño apretado brindó su venganza.
Brindo en tu honor.  Brinda tú en el mío.
Para que sirve el bolsillo chico del jeans? — FMDOS