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EL POLÍTICO (30/08/19)

   En el discurso se le veía serio, sincero, cercano y humilde.  Había ido detallando cada uno de sus planes de gobierno y quizás era lo mejor que le había pasado al país en su larga historia.  Parecía aplicar sentido común en todo lo que decía.  Incluso parecía que aplicaba sentido de comunidad, es decir, que había escuchado al pueblo y que iba a hacer lo que ellos pedían.  Y allí estaba yo, escuchando y acercándome más a él.  Sería, por fin, algo bueno, algo que nos uniría a todos y nos devolvería el orgullo.  ¡Y encima el tío se parece al actor ese tan famoso!  ¿Qué puede salir mal?  Pinta bien el Adolf éste.

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