18/9/08

EL FARERO


Cada día, al anochecer, un poco antes, Pedro abría la puerta del faro. Con una noche en vela por delante (una más) y la soledad por compañera de trabajo se disponía a hacer su faena que, aunque anodina, era muy importante. Llegaba, encendía la luz y se sentaba frente al cuadro de mandos. A veces leía un libro, otras veces veía la tele en un pequeño monitor en blanco y negro (o "ByN" que es como lo escriben ahora)... Y por la mañana, cuando el sol asomaba, apagaba, realizaba sus cinco o seis labores de mantenimiento y a casa a dormir. No era un gran trabajo, pero al menos no era duro. Ni malo. Y cobraba bien.
Un día de Reyes cayó encima de sus zapatillas un ordenador portátil. Para un aficionado a la informática sin tiempo como él era el regalo perfecto. Al fin sabía como pasar las noches de trabajo. Y así fue. Desde ese mismo día (para un farero no hay festivos, porque todos los días hay noche) su nuevo ordenador portátil fue el medio que utilizó para comunicarse con el exterior. Primero comenzó navegando por internet: Primero los periódicos, luego los periódicos deportivos, luego un par de webs de humor, alguna "porno" gratuita (por qué negarlo)... Al cabo de unos días comenzó con el chat. El hecho de hablar con gente de todo el mundo le pareció fascinante. Pero todo, al final, cansa. Pasados un par de meses de chat nocturno descubrió una web donde daban nociones de informática y robótica. Le pareció interesante y, aún es más, práctico. Comenzó a fraguar la idea de utilizar esos conocimientos que, había decidido, iba a adquirir, para facilitar su trabajo. Iba a llenar de mecanismos el faro, de tal modo que él tan sólo tuviera que ir a comprobarlo una vez al día, sin necesidad de pasar allí la noche.
Hoy he oído en las noticias que ha habido altercados frente al Ministerio de Trabajo. Según parece un grupo de manifestantes ha sido invitado por las fuerzas del orden a abandonar la calle. Se manifestaban por la reconversión del sector de los fareros que, en poco tiempo, dejará a todas esas personas sin trabajo. El ministro, mientras tanto, se encontraba en una comida de trabajo en la costa, negociando con un tal Pedro, de profesión millonario.

1 comentario:

Milady dijo...

Sabía que tus versos y poesísas eran buenos, en cambio, acabo de descubrir que tus relatos también son muy buenos.

Por favor, no lo dejes sólo en dos y regálanos más como estos, me han encantado.

Gracias por ellos.

Saludos.