30/10/07

PILAR Y NIEVES (18/01/07)

Las recuerdo alto y claro.
Las veo delante mío.
Las veo, y es más, las miro
con orgullo y con descaro.
-
Las recuerdo menuditas,
delgaditas, arrugadas,
surcos tiernos, de esperanza,
de luchar como benditas.
-
La una ágil, nerviosa.
La otra más enfermiza.
Las dos fuertes y queridas.
Las dos sabias y preciosas.
-
Alumbraron mi niñez
con sus pañoletas negras.
Me cuidaron sin más pegas.
Me dieron sin ellas tener.
-
Cuántas veces me escondí
entre sus faldas oscuras.
Cuántas veces la ternura
en sus ojos descubrí.
-
Veo a la una en su silla,
comiendo su caldo en taza,
y hablando de las "rapazas"
de los "guajes" y la villa.
-
Cantando y contando cuentos
y mascando algún mendrugo,
con su risa y con su luto,
con su corazón inmenso.
-
Veo a la otra corriendo,
pues ella andar no sabía,
con su par de zapatillas
y su delantal eterno.
-
Con sus perfectas historias
de Villar y de Argentina,
o de su vieja cantina,
me adormecía en su gloria.
-
Eran Nieves y Pilar.
Eran dulces y, sin duda,
mis abuelas eran duras,
pero buenas de verdad.
-
Por eso escribo estos versos,
en su memoria y honor,
para explicar el amor
que me inculcaron sus besos.
-
Y para decir bien alto
con tinta sobre papel
que agraciado ha sido aquél
que pudo pasar un rato
con ellas dos, mis abuelas,
a quienes tanto quise y quiero.
Y que nunca su recuerdo
se escapará de mis venas.

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