Recojo
las piedras que un día dejé
pa' no perder el camino.
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Recojo
los pedazos de viento
que hacían ondear su pelo.
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Recojo
pedazos de mi cuerpo
que al romperse se extendieron por el suelo.
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Recojo
tempestades que nunca sembré
deseos incumplidos.
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Y descubro
que mi sombra me ha abandonado,
que la muy puta se ha marchado,
que juega al escondite noche y día.
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Y no me acostumbro
a no dormir sin ella a mi lado,
a no pisar sus pies con mis zapatos,
a no jugar sintiendo alegría.
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Recojo
tempestades que nunca sembré,
deseos incumplidos,
sueños acaecidos en noches con estrellas,
despertares absurdos
soñando con ella,
pesadillas sudorosas de noches de invierno,
vida en el infierno
eterno.
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Y en mis miedos
me domina una especie de droga
que me deja quieto.
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Y en la calle
me miran como si vendiera droga
y me pongo inquieto.
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Y mis nervios
se destemplan y se vuelven sogas
que aprietan mi cuello.
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Y no soy nadie,
sólo soy el hombre sin sombra
y me odian por ello.
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No quiero que me odien
por ser diferente.
Quiéranme ¿me oyen?
Yo también soy gente.
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