No pienso renunciar a la queja,
a la pataleta, como un niño.
Jamás. No quiero. No puedo.
No quiero tener el alma vieja.
-
No pienso descansar de ser yo.
De ser igual. O diferente. O vé a saber.
Sin más preocupación quiero vivir:
ser fiel a lo que diga el corazón.
-
Voy a ponerme ciego. Hasta las cejas
y entre botellas, como un guiño
gritar: "¡Me bajo!¡Me quedo!"
Y esperar. A ver si despeja.
-
Quiero alimentar el rumor
que dice que no sé ni estar ni ser.
Y a sabiendas que es jodido sentir,
sentirlo todo, tenga o no tenga razón.
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