Aún recuerda su aroma. No es propiamente un recuerdo sino que, cuando al pasar por algún sitio, una bocanada de aire le trae su aroma, lo identifica. Es aroma a todo. "Olor de multitudes" que diría aquél. Olor de asfalto, de tierra, de flores, de coches. De perfume de señorona a las puertas del teatro. De sudor del albañil arreglando un socavón de la acera. Olor a leña quemada en un mesón antiguo. Aromas de especias en un kebab de una esquina. Y ruido, mucho ruido. Pero sobre todo, por encima de todo, aroma a ciudad.
Hoy lo ha recordado. Desde que se mudó pocas veces encuentra ese aroma. Desde que se quedó sin trabajo y perdió su vivienda sólo una vez al mes va a la ciudad. Y hoy le ha tocado. Porque sólo una vez al mes le toca el turno de ir a buscar en los contenedores de cartón. La comuna de desheredados, sus treinta componentes, así lo decidieron en asamblea. El resto del mes, a trabajar en el vertedero.
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