Y el caso es que, bien pensado, no había ido tan mal la cosa. Se había levantado dos horas tarde, sin prisas. Había desayunado con absoluta tranquilidad viendo las noticias sin ni tan sólo encender el móvil. Se había vestido sus tejanos y su camiseta negra, se había calzado sus zapatillas de baloncesto y había salido a la calle. El Sol a esas horas le deslumbró. No en vano él solía salir de casa tres horas antes, aún de noche. Se dirigió al garaje y abrió el portón. Bajó las escaleras, se montó en el coche y volvió a sonreir. Arrancó y se dispuso a conducir los cuarenta kilómetros hasta el trabajo. En media hora llegó al polígono, aparcó y se dirigió, directamente, al despacho de sus superiores. Media hora de gritos y malas caras después salió, sonriendo. Abrió la puerta de la oficina, dijo "Adiós" y gritó "¡Atomar por culo!" y se fue, feliz. Había ido todo como la seda, como había imaginado. Lástima que lo de que le tocara la primitiva o el euromillones no se había cumplido, pero eso eran detalles.
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1 comentario:
Este es el sueño que más se repite, ¿no?
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