Como un titiritero,
un rapsoda inservible y rastrero,
o un trovador sin ritmo ni ganas,
me ahogo cada mañana
en el tintineo de la cuchara en la taza.
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Como un pordiosero
pidiendo por Dios limosna y "te quieros",
o un carterista sin manos ni ganas,
me agobio cada mañana
en el ronroneo del motor que me arrastra.
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Como un bandolero
gritando a lo bestia "¡Dame to'el dinero!"
o un abstencionista sin voto ni ganas,
me enfado cada mañana
con el gorjeo del despertador que me levanta.
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