Se quedó sentado al borde de sus pensamientos
armándose de valor y obviando lo aprendido
con los pies colgando en el vacío del olvido
y la vista perdida en horizontes cruentos.
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Se atusó el peinado sin apenas movimientos
cargándose del ardor del aire enrarecido
por haber dejado su alma sin recorrido
y colgado su instinto en percheros macilentos.
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Y volvió a lo real en el último momento
y silbó una canción y se aferró a ese silbido
mientras el mundo giraba sin reparar en él.
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Y saltó sin ignorar ni miedos ni lamentos
y voló y planeó valiente y desconocido
y en su caer sonrió disolviendo así la hiel.
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