Me dió una revolera y me rapé la cabeza
para dejar a la vista manchas de nacimiento,
ideas, medias verdades, mentiras y pensamientos,
y rojeces en las manos al frotarme en su aspereza.
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Me entró una insensatez y perdí el conocimiento
y dejé de conocer para ser algo distinto,
como un bicho que se deja llevar por el instinto
para sentirme sin mas en pleno renacimiento.
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Me encontré una locura en un gran vaso de tinto
y empecé a divagar, a echarle al fuego más leña
para acariciar las llamas de pasiones que despeñan
a un monigote que está, sin quererlo, casi extinto.
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Me dió una revolera y dejé crecer mis greñas
para abrigar solamente la nuca y las dos orejas
y así no perder calor al escuchar las lindezas
que en el mundo unos y otros en vez de negar, enseñan.
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