La coacción de la coyuntura,
la costumbre hecha rutina,
el miedo atroz a la ruina,
la cobardía sin cura.
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La desidia y la amargura,
se enraizan en las vidas
y ahuyentan valentías
y ya hay pocos en la lucha.
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Si no conseguimos la Luna
al menos hay que pedirla.
Proletarios, activistas.
Unámonos. Todos a una.
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A la huelga con premura.
A la calle, que es precisa
la voz ante la injusticia.
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