De miedo se cagó el viento.
De risa se meó la brisa.
Y mi alma, roja, limpia y libre
se armó de paciencia y olvidó el lamento.
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De frío se heló el tiempo.
De azul se tiñó la prisa.
Y las armas, cojas de tinta y mimbres
callaron de una puta vez en su canto sangriento.
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De rosa se pintó el esfuerzo.
De vida se llenó la orilla.
Y la calma sosa pero siempre firme
llegó a la tierra y los pueblos salieron riendo.
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Se acabó el miedo.
Llegó la risa.
El frío cesó.
El cielo volvió a ser azul.
Las rosas volvieron a la vida.
La guerra acabó.
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