Recupero la anestesia del invierno.
Recupero el sueño, el arroparme.
Recupero la calma de la rutina.
Recupero la fuerza, me pongo tierno.
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Y dejo de mugir como un becerro.
Y me pongo con tus ojos, con mirarte.
Y salgo del letargo y de la inquina.
Y lejos de adormilarme me despierto.
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Busco las causas pero no las encuentro.
Tu cuerpo. O el mío. O el arrimarme.
Tus labios fijados en mi retina.
Así que aquí estoy, aún no me he muerto.
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