Al tío que no perdió nunca un pelo.
A ella, que tenía un corazón demasiado grande.
A la velocidad vestida siempre de negro.
Al quinqui de barrio en busca siempre de aire.
A la hermana de mi madre que tantos juegos me diera.
Y a su marido, el cantinero.
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Al bigote más añorado del pueblo.
Al moreno del SEAT, primo, pero amigo antes.
Al otro hermano de mi padre, el pequeño.
A la hippy que me enseñó a escribir, a expresarme.
A la "foto" -por ser hija- de mi abuela.
Y a su marido, el gaitero.
-
Al que emigró, ahora cerca y antes lejos.
Al zapatero, el tío más joven de mi padre.
Y a sus hermanos, que se fueron de viejos.
A todos ellos recuerdo, si me sale
en el pensamiento una brizna, una estrella
de cualquiera de ellas o de ellos.
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