No decaigo.
Insisto en intentarlo.
Me resisto a que me frenen y me preparo a luchar,
a pelear por lo justo.
Con sangre, sudor y tinta,
encarando los disgustos,
despertando fuerza extinta que me permita encarar
lo que me espera en la vida,
dejando a mis ojos que drenen
lo que quieran, lo que pidan.
Y vuelvo a escribirlo y gritarlo:
No decaigo.
No me callo.
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