La mirada en el cristal
la vista a lo lejos
-
y yo, mientras, me quejo
de que estemos siempre igual.
-
Y empiezan mis tonterías,
mis frases secas,
-
fruncidas como mis cejas
desprovistas de alegría.
-
Y entonces, como si nada,
tan sólo un gesto,
un reflejo, un sólo beso
y vuelve otra vez la calma.
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