Hay momentos en los que no entiendo nada:
Cuando el defensor del pobre aúpa al opresor,
cuando la palabra desaparece y no es para mejor,
cuando aún siendo más nos ningunean.
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Hay momentos en los que no siento nada:
Cuando los que mandan no tienen rigor,
cuando ellos no cumplen y siempre a peor,
cuando aún siendo menos se regodean.
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Hay momentos en que mi boca, callada,
decide no hablar por evitar mal mayor,
que no vale la pena el rugir y el temblor,
que al fin la decepción siempre merodea.
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