En el reencuentro del tedio y la sombra,
cuando la tarde es temprano y la noche es eterna,
se recupera el aliento gastado en deshonras
de andarse estorbando y rompiendo las piernas.
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Y se recorta en el cielo una Luna gigante,
una reina brillante tatuada de nubes,
y las horas se acaban siempre, a cada instante.
Yo vuelvo a latir y la sangre sube.
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En el reencuentro de la sombra y el tedio,
del otoño vacío, gris, pero sin frío
de un domingo cualquiera, cerrado y abstemio,
refuerzo la idea de aún así ser yo mismo.
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La Luna aturdiendo y el reloj roncando.
En la "tele" una mierda y el mando sin pilas.
Y yo aquí sentado, en letargo, hibernando.
El tedio, la sombra, la tarde, la noche,... en fila.
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