Como un Tarzán cualquiera
dedicando a los leones sus saludos matutinos,
a voz en grito descargo mis errores repentinos
y quedo afónico y flaco y en taparrabos de tela.
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Como Sandokán en tierra
peleando con los tigres, con ingleses y con chinos,
me hago más fuerte luchando con terrores vespertinos
y quedando cansado, agotado, y hasta el turbante me cuelga.
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Como D'Artagnan hiciera
cruzando el Canal de la Mancha como si fuera un marino,
el mareo me lo aguanto y callo y me hago el divino
y quedo después reventado con mi suerte mosquetera.
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Como Perón sin su Eva
intentando que le hagan un musical argentino,
mi vida no es ningún tango. No es ningún remolino.
Pero lo sigo intentado con todas, todas mis fuerzas.
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