He salido esta mañana con legañas en los ojos,
con descuidos en las manos y olvidos en la cabeza
con una estrategia clara como espuma de cerveza
y una fuerza sin reparos para evitar los despojos.
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En la calle esta mañana me rodean los antojos,
los deseos más humanos, los hastíos de una pieza.
Con una sonrisa rara como única defensa
me defiendo de lo caro de caminar por rastrojos.
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Arde la calle, arde el cielo, el Sol lo tiñe de rojo.
Es demasiado temprano. Amanece, se refleja
la luz de una nueva mañana que nace y crece, que empieza.
Y todo parece claro mientras me aclaro los ojos.
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