Seguramente me he manchado las manos
con la sangre de algún inocente.
Seguramente.
Y aún así seguiré confiando en mis hermanos,
en mi poca salud y mi mala suerte.
Seguramente.
Sabiendo que quizá otro día seré yo.
Quizá mi sangre les manche a ellos.
Quizá sea yo el damnificado.
Seguramente.
Entre tanto les espero en el bar.
Las manchas del cuerpo se van con agua.
Las del alma con alcohol.
Seguramente.
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