Fue entonces, aquel día,
aquel momento de ira,
aquella rabia exhalada
en cuatro golpes de vida.
-
En aquel rato la nada.
Una nada extraviada.
Un grito del que no grita,
de una fuerza inusitada.
-
Un hilo de aire, un a brisa,
despejó niebla y neblina,
y el descanso que esperaba
entró con una sonrisa.
-
La descarga abandonada
aquella gloriosa mañana
rellenó las baterías
para otra temporada.
-
Y pensando se quedó,
relajado y disfrutando.
"Que no nos lo quiten nunca".
"¡Qué a gusto me estoy quedando!"
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