Sigo sin ver claro.
Con un velo gris semiopaco en la mirada.
Y mirando e intentando. Y ni así.
Ni así lo ve. Al menos no claro.
-
Sigo sin ver. Malo.
No lo veo. No me atrevo a decir nada.
Voy callando y aguantando. Por no herir.
Por no errar. Por evitar lo malo.
-
Sigo descarnado.
Con los huesos resecándose en la ventana.
Y escuchando, bien callado. Porque sí.
Por si aprendo. Por dudar lo dudado.
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