Nada me jode más
que la rutina de saberme mortal.
El permitir a las células que me forman
que superpongan su instinto a mi voluntad
para así crear las conexiones
que lleven a mi cerebro a pensar
que hay que pervivir,
que hay que cuidarse,
que hay que durar.
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Nada me jode más
que el intentar convertirme en inmortal.
El hacer todo aquello que se supone bueno.
El dejar todo aquello que es el mal
para así limpiar los pulmones
y que vuelvan a aprender a respirar
porque hay que vivir,
porque hay que cuidarse,
porque hay que durar.
P. D. : Y aunque no lo parezca, lo del tabaco no lo llevo nada mal.
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