Me voy por las mañanas y me pongo verde
como hierba fresca. Verde de envidia.
Y me revuelco en el barro de mi propia miseria,
pues envidio hasta al aire y maldigo su suerte.
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Me muero de ganas de quedarme y quererte
y al mirarte resurge la envidia maldita
y envidio al reloj y me ataca la histeria
por irme y dejarte. Envidio tenerte.
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