Me veo en la necesidad de darme prisa,
en la acuciante falta de tiempo,
que ni el viento, sea tornado o sea brisa,
se lleva. Y siempre acabo corriendo.
-
Me auguro una vejez recta y precisa:
demasiado controlada, lo presiento,
y me siento, aún escapándose sonrisas,
decepcionado. Y me rebelo o lo intento.
-
Me propongo, de forma más clara que concisa,
llevarle la contraria a mi lamento
y me centro, aunque se muestre remisa,
en la vida. En frenar su movimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario