A sus ojos displicente
por no querer arraigar mis pies en su lodo
y es mi vida, mi alma, todo,
lo que enturbia y desagrada y le molesta a esa gente.
-
Este tiempo floreciente
por el hambriento y el pobre luchando codo con codo
sin heridas, ni armas. Sólo
la fuerza moral que da el mirar siempre de frente.
-
Allí, anárquicamente.
Que allí me busquen sin duda, escondido en un recodo
con el pobre y el hambriento. Siempre solo. Nunca solo
decidido a disgustar al abrigo del relente.