Me enredo
en el terciopelo de tu mirada
oscura y tibia
y me abrazo a ella, a ti, en cada gesto
para no caer al vacío,
para vencer al hastío
y en tus ojos, en ti, echo el resto,
me aferro a la vida
que es tu cuerpo y es tu cara
y allí, enredado, me quedo.
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