Me aparto del camino siempre que puedo
que, dicho sea de paso, no es a menudo,
porque veo el hambre fuera y... me entra miedo
y en la garganta se hace, sin yo quererlo, un nudo.
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Pero intento, en lo posible, mover los dedos,
o los pies, o la cabeza. Soy testarudo.
No me quedo mirando como Cerbero
y me elevo a lo alto, y jamás quedo mudo.
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Soy tranquilo. Y cobarde. Y algo quieto.
A veces un cabronazo y otras cojonudo.
Me canso de respirar pero, en el cielo,
sigo soñando fuerte. No me torturo.
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