Deslizó la mano en su bolsillo
y sacó dos luces en un puñado.
El puño cerrado enseñó su palma
y allí relumbraron en todo su brillo.
-
Brillaba en el cielo de los chiquillos
y no había nubes en ningún lado.
El aire era puro, como su alma
y otra vez respiró aroma a membrillo.
-
Era todo tan, pero tan sencillo.
Era todo tan, pero tan calmado.
Recogió del suelo la sombra de un arma
y la lanzó al fuego. ¡Que arda, mi niño!
-
Deslizó la mano dentro del bolsillo
y sacó una Luna. Y un Sol. Y un sembrado.
El puño apretado brindó su venganza.
Brindo en tu honor. Brinda tú en el mío.
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