No miró.
No se giró.
Siempre al frente, nunca atrás,
aún temblándole las piernas
como tallos sin espinas.
-
No dudó.
Jamás frenó.
Se marchó entre sonrisas,
dejando a todos sin fuerzas
sin tenerle nunca más.
-
No señor.
No se rindió.
Fue tan fuerte o más, quizá,
como otro. Como cualquiera.
Hasta el final llama viva.
-
No ¡Que no!
¡No se fue!¡No!
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