9/6/16

VERSOS CIERTOS (15/04/15)

Un reloj sin agujas.
Una brújula perdida.
Un velero con motor.
Una mirada a oscuras.
-
Una flor que palidece.
Un color que no emociona.
Una canción muy simplona.
Un niño que ya no crece.
-
Un poema que no siente.
Unas letras sin sentido.
Un verso sin cometido.
¡Son un poeta que miente!

ABANDÓNAME (14/12/02)

Déjame a mí con mi desastre,
deja que me arrastre,
déjame con mi desidia inmunda,
déjame que me hunda,
déjame andar con mi lastre,
déjame con mi locura,
con el maldito cajón de sastre
que es mi cabeza sin cura.
-
Olvídame en una esquina
como a un paraguas viejo,
olvídame en una barra
de bar cutre y maloliente.
Quiero vivir sin más prisa,
sin más angustia ni miedo,
que evitar a los macarras
y poder comer caliente.

OLOR A CIUDAD (02/07/14)

  Aún recuerda su aroma.  No es propiamente un recuerdo sino que, cuando al pasar por algún sitio, una bocanada de aire le trae su aroma, lo identifica.  Es aroma a todo.  "Olor de multitudes" que diría aquél.  Olor de asfalto, de tierra, de flores, de coches.  De perfume de señorona a las puertas del teatro.  De sudor del albañil arreglando un socavón de la acera.  Olor a leña quemada en un mesón antiguo.  Aromas de especias en un kebab de una esquina.  Y ruido, mucho ruido.  Pero sobre todo, por encima de todo, aroma a ciudad. 
  Hoy lo ha recordado.  Desde que se mudó pocas veces encuentra ese aroma.  Desde que se quedó sin trabajo y perdió su vivienda sólo una vez al mes va a la ciudad.  Y hoy le ha tocado.  Porque sólo una vez al mes le toca el turno de ir a buscar en los contenedores de cartón.  La comuna de desheredados, sus treinta componentes, así lo decidieron en asamblea.  El resto del mes, a trabajar en el vertedero.

EL MASOCA (01/07/14)

  -¡Si hombre!¡Y qué más!¡No me los vas a quitar!- Pese a que sólo lo pensaba la verdad es que parecía que sus palabras ahogaban el silencio previo a la bronca que se intuía.  Los antidisturbios habían comenzado a desplegarse a lo ancho de la avenida y ya hacía rato que las "lecheras" habían cerrado la huída.  Era cuestión de minutos que las escopetas empezaran a escupir bolas de goma. Él estaba en todas estas broncas.  Sentía placer en cada bolazo que recibía y trataba de recuperar las balas que le golpeaban.  Al llegar a casa las databa y las numeraba.  Estaba empezando a tener una colección importante en cuanto a tamaño pese a ser, comparativamente, mucho más enfermiza que grande.  Pero aquel día era especial.  Uno de los antidisturbios había colgado en Facebook un aviso de que, entre las balas de hoy, habría una especial.  -Especial- pensó -como yo- y se puso su mejor pasamontañas.  Al llegar, emocionado, se puso en primera fila cuando, de repente, la vio a ella:  delgada, alta cresta, botas militares, morena, ojos grandes.  -¡Si hombre!¡Y qué más!¡No me los vas a quitar!- Se acercó a ella y vio cómo rompía el primer cristal del Burger King.  Ya estaba.  Ya se había liado.  Aprovechó el momento de confusión para quitarla de en medio.  Le golpeó en la cabeza con una porra extensible.  Ella cayó al suelo sonriendo, casi gimiendo de placer, y le dijo "te quiero".  El la dejó suavemente en el suelo.  Recibió un bolazo en la espalda.  Pese al dolor corrió en busca de la bala que rebotaba como loca.  Cuando la cazó vio que la suerte estaba con él ese día:  La bala ponía su nombre.