Mirando con ojos de niño.
Tu cuerpo, tu cara, tu piel.
Tus labios, tu pelo, tus guiños.
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Me hundo en sueños de fe
de creer en un dios trino:
Tu alma, tu cuerpo y tu ser.
Mi sed por tu ser divino.
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Monoteísta, así es
como me siento contigo:
Creo en tí, tu eres la red
donde me enredo rendido.
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Y boqueo como un pez
y no me voy y aquí sigo,
en tu pelo, como el rey
de un reino pequeño y perdido.